
Amarella adora a los chicos, los admira, los envidia un poco (envidia sana le dicen), porque daría lo que no tiene por que la duerman en brazos y le preparen la chocolatada en mesa redonda llena de hermanos que miran los dibujitos a las cinco de la tarde.
Amarella en ese encuentro con el público, venía a contar su experiencia en entrevistas de trabajo, aprovechando para ayudar con sus consejos a todo aquel que tenga que atravesar por esa situación tan incómoda. Ningún niño tiene pensado todavía pasar por una situación de ese estilo. Uno de los chicos del público, de unos ocho años, se reía a carcajadas, como sintiéndose identificado creo. Era una risa tan graciosa, tan contagiosa, tan alegre, tannn, tan risa! Amarella se olvidó de todo lo que tenía para decir. Se dedicó a observar a ese nene. Se convirtió en público del nene. Y se tentó también. El nene se reía de no se que. Amarella se reía de la risa del nene. Los demás se reían de las risas de los dos. Risas de risas de risas. Me río del que ríe del que se ríe. No se De que se ríe el que se rie, pero me da risa.En ese momentito si sentí que el número era lo de menos. Podía irme ya. No era necesario mas. (Que lindo permanecer en ese instante) Pero como siempre queremos dar todo lo que tenemos, y más también, el número siguió su curso, pasó por sus estaciones de siempre y fin.Apagón.
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